domingo, 20 de febrero de 2011

Resumen 21o Conferencia. Desarrollo Libidinal y Organizaciones Sexuales (1916-17). Sigmun Freud. Vol. XVI. Amorrortu.

El estudio de la sexualidad infantil  y las perversiones sexuales son un mismo fenómeno, pues en la una se encuentra la razón de la las otras. Lo sexual no se reduce a lo genital. Un beso es igual sexual y capaz de llevar al orgasmo a un individuo. Lo sexual no se limita a la reproducción.  El carácter sexual en la perversión, es la misma emisión de productos genitales, el orgasmo completo, así su objeto y su meta le sean ajenos. En el niño no son reconocidos ya que son sustituidos por unos indicios, ya que constitucionalmente no puede eyacular. Perverso es considerado no que no sea la unión de genitales de sexo opuesto con fines reproductivos.  Allí podemos incluir lo ya dicho, el beso , la unión de zonas bucales erógenas, no dos genitales. La excitacíón no solo es producida por la unión de genitales, también por otras partes del cuerpo que son objeto. No existe mas diferencia entre lo que llaman sexualidad normal y la perversa, que la diversidad de pulsiones parciales dominantes y, por tanto de las metas sexuales. En la sexualidad infantil las diversas pulsiones parciales persiguen cada una su placer. Oral, anal y otras. Ambos tipos de sexualidad, perversa y normal, nacen en el desarrollo de la sexualidad infantil. Cuando las pulsiones parciales se han mantenido con independencia unas de otras hasta edad adulta, sería más correcto hablar de "infantilismo de la vida sexual", que de "perversión". La sexualidad no se reduce a los genitales y a la reproducción, pues las perversiones muestran que otros órganos reemplazan los genitales en la misión de obtención de placer, como sucede con el beso normal, la histeria con sus síntomas. En esta neurosis, fenómenos propios de genitales, como estimulación, enervación, sensación y erección, se trasladan a otras zonas del cuerpo alejadadas de ellos.  Ya que piensan que no está bien acercarse a nada que se relacione con lo sexual. Lo sexual se extiende a las experiencias de la primera infancia que procuran placer. En contra de los que niegan la sexualidad infantil, están por ejemplo hechos observables como a los tres años, cuando practican delante de todos naturalmente, el onanismo infantil, se excitan y obtienen satisfacción genital. Igual hacen elección de objeto, de personas, preferencia por uno de los sexos y su manifestación de celos entre otros fenómenos. Y también podemos recurrir a exploraciones analíticas que proporcionan muchos más datos. Las metas sexuales infantiles se unen con lo último en investigación sexual, lo perverso de esas metas depende, de la inmadurez física del niño que no conoce el coito como meta. 

Existe un periodo desde el sexto al octavo año de vida denominado "latencia!" que se caracteriza por una detención en el desarrollo sexual.  Puede no presentarse dicho fenómeno, pero no es de fuerza que en este, falten por completo las prácticas e intereses sexuales. Las experiencias anteriores al período de latencia, en su mayoría son olvidadas.  Se llama "amnesia infantil". Todo psicoanálisis busca el recuerdo de esa época de la vida que no recordamos, es de pensar si los comienzos de vida sexual allí guardados y que llevaron a su olvido por su carácter inaceptable, son el resultado de la "represión". Represión de las primeras experiencias sexuales incestuosas y odios por el padre obstáculo. El niño conforma su vida sexual antes de la genitalidad, allí están presentes las pulsiones sádicas y anales, no existe oposición masculina-femenina, pero existe si la oposición Activo-Pasivo, precursora de la actividad sexual. Aspiraciones de meta pasiva se anudan en las zonas erógenas del orificio del ano muy importante en ese período. En el desarrollo libidinal la fase oral primitiva está antes de la sádico anal. el acto de mamar deja huellas en la vida sexual posterior. La función libidinal recorre unas etapas que se retornan  varias veces, luego las pulsiones se subordinan a los genitales y somete luego la sexualidad a la reproducción. Antes se tenía vida sexual autónoma donde las pulsiones parciales aspiraban a un placer de órgano. Primero la fase oral, luego la sádico-anal y, luego otras, tienen importancia en la génesis de la neurosis. Los componentes de la pulsión tienen desde el principio un objeto, el primer objeto de los componentes orales es el pecho materno que satisface las necesidades de nutrición . en el acto de mamar se independizan luego los componentes eróticos, luego el objeto se abandona y se reemplaza por otro lugar del propio cuerpo. La pulsión oral se vuelve autoerótica, igual que la pulsión anal. El desarrollo posterior tiene dos metas, la primera es cambiar de objeto en el cuerpo propio, por otro objeto en otro cuerpo, unificando diferentes objetos de pulsiones singulares en un objeto único, un cuerpo total parecido a el, relegando pulsiones autoeróticas por inutilizables. El primer objeto de la pulsion placentera oral, ganado en la pulsión de nutrición es el pecho materno o la misma madre en sí. En este mismo período el niño ha iniciado el proceso psíquico de la represión, que aleja de su saber una parte de sus metas sexuales. Al elegir la madre como objeto de amor, se origina lo que el psicoanálisis al tratar la neurosis descubre y explica como "Complejo de Edipo". Deseos incestuosos del infante por el padre del sexo opuesto, lo que lleva a desear hasta la muerte del padre en el caso del niño. Esto genera un sentimiento de culpa. Hay en el complejo de Edipo una de las fuentes de la conciencia de culpa que hace penar a los neuróticos. Freud en su estudio sobre los comienzos de la religión y la ética que publicó en 1913 con el nombre de "Totem y tabú", se le ocurrió que quizá la humanidad como un todo, en los comienzos de su historia, adquirió en  el complejo de Edipo la conciencia de culpa. La madre dispensa toda necesidad del infante, y el la quiere a ella solo para él, la seduce y rivaliza con su padre, pues representa un obstáculo para sus propósitos. Igual sucede con la niña que ve un obstáculo en la madre y quiere ocupar su lugar seduciendo al padre. La niña coquetea, trabaja con los recursos de la posterior feminidad, lo que le da una imagen encantadora . Los propios padres influyen para que se despierte en el niño la actitud de Edipo: Donde hay varios hijos, el padre muestra inclinación por la ternura de su hija, y la madre a su hijo.

El complejo de Edipo se extiende a la familia cuando vienen otros niños. Los hermanitos son recibidos de mala gana y desean que estos sean eliminados. El niño desplazado al nacer un hermanito jamás olvida este aislamiento de la madre y conserva este sentimiento de odio y pueden ser motivo de separaciones duraderas. El niño puede tomar a la hermana como objeto de amor en la sustitución de la madre infiel; se presentan situaciones de rivalidad entre hermanos compitiendo por la hermanita menor, que tendrán significado después en la vida. La niña puede encontrar en el hermano mayor un sustituto del padre, quien no le dispensa las atenciones de los primeros años, o toma a una hermanita menor como sustituto del bebé que deseó del padre en vano.  Todo esto se observa directamente y con el estudio de los recuerdos de la infancia. Es por esto importante tener presente la posición del niño dentro de la serie de hijos, como factor influyente en la vida posterior.  Nuestra primera elección de objeto es, por lo general incestuosa; en el hombre se dirige a la madre y hermanas y se requieren prohibiciones fuertes para impedir consumar este deseo infantil. Pimitivos de pueblos salvajes sobrevivientes hoy, tienen ritos de pubertad que figuran un renacimiento, con el objeto de cancelar el vínculo incestuoso del muchacho con su madre y reconciliarlo con el padre. Esta realidad nos muestra el Edipo en el ser humano. Entre antiguos faraones e incas del Perú, el matrimonio incestuoso con la hermana era un privilegio solo para gobernantes, negado al hombre común.

El incesto y el parricidio son dos grandes crímenes prohibidos por el totemismo, que era la primera institución sociorreligiosa de los hombres.
El adulto con neurosis fue un Edipo, y esta es su reacción frente al complejo. En la pubertad, cuando la pulsión sexual exige al joven, los viejos objetos incestuosos son retomados e investidos libidinalmente y, siguen igual rumbo que el complejo de Edipo, sus aspiraciones son insoportables, por lo que se mantienen alejadas de la conciencia. El joven tiene que alejarse de sus padres y solo así deja de ser niño para convertirse en miembro de la sociedad.  Alejado de la madre y sus deseos libidinosos, usa éstos para elegir un objeto de amor ajeno y real, y reconciliarse con el padre si conservó su hostilidad hacia él; o bien librarse de su presión, a la que fue sometido por subversivo. Esta tarea debemos cumplirla todos, pero los neuróticos no alcanzamos esta solución de forma adecuada; el hijo permanece toda la vida sometido a la autoridad del padre y no puede trasferir su libido a otro objeto sexual. Esta misma puede ser la situación de la hija trocando la relación. Es por esto que el complejo de Edipo es considerado con acierto como el centro de las neurosis.

Todos los hombres, no solo los neuróticos tienen sueños perversos, incestuosos y asesinos.
De esta manera concluimos que los que hoy son normales, recorrieron la misma vía del desarrollo que pasa por las perversiones.





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